La procrastinación consiste en dejar de hacer deliberadamente tareas que tenemos pendientes y sustituirlas por otras más satisfactorias. Su principal consecuencia es una pérdida de productividad, asociada a un sentimiento de gran frustración. ¿Cuál es el significado psicológico de procrastinar? Descubre cómo vencer a la pereza con esta guía completa.
El término procrastinar proviene etimológicamente del latín procrastināre, y significa “dejar un asunto para mañana”. Hoy en día se utiliza este verbo para referirse a la dificultad de atender a tareas importantes o que requieren de cierta premura ya que la persona opta por realizar otras más satisfactorias.
Procrastinar significa retrasar o aplazar. Es una decisión fruto de un estado de ánimo que, si se convierte en un hábito a largo plazo, puede conllevar consecuencias negativas para la vida personal y laboral de las personas.
La procrastinación suele venir acompañada de unos pensamientos rumiantes y de culpabilidad que algunos expertos llaman cogniciones procrastinadoras. Suelen aumentar el estrés y contribuyen aún más a continuar aplazando las obligaciones.
La procrastinación es, en realidad, una decisión basada en las emociones. Por lo tanto, no depende de la productividad ni tampoco de la buena gestión del tiempo. Se trata de una forma de afrontar ciertas emociones asociadas a las tareas como el aburrimiento, la inseguridad, la frustración o el resentimiento.
Por ejemplo, cuando decidimos apartar la mirada de una página en blanco que queremos convertir en un libro o nos cuesta comenzar una tarea que nos ha asignado nuestro jefe quizás lo que estamos haciendo es intentar neutralizar pensamientos como “no soy capaz de escribir una novela” o “¿qué opinará mi jefe de mi?”.
No existe un perfil de persona que tienda más a posponer determinadas tareas. Nos puede pasar a todos, y puede tener que ver con el estado de ánimo. Estas son las causas que llevan a procrastinar.
La procrastinación puede verse acentuada en aquellas personas que sufren ansiedad, cuadros de depresión o estrés. También es común en personas con déficit de atención o hiperactividad. Todas ellas son rasgos que pueden ser la causa raíz.
Tener miedo de cometer un error nos puede hacer dudar de todo. Y aunque es inevitable pensar que si no lo intentas, no te equivocarás, a menudo es mucho mejor pensar en lo orgulloso que te sentirás cuando consigas lo que te propones.
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La búsqueda de la excelencia en determinadas personas puede causar una paradójica parálisis por análisis que impida acometer una tarea. Afrontarla genera un sentimiento de incompetencia e imposibilidad de alcanzar la perfección que aboca a la persona a postergarla.
En momentos de la vida en los que se exige tomar muchas decisiones muy rápido una persona puede sentirse abrumada. Esto le lleva a un sentimiento de sobrecarga o agobio que le impide tomar decisiones, y termina por dejarlas para otro momento. Para solucionarlo cabe identificar lo urgente de lo importante. Lo aplazable de lo inminente.
Si tienes problemas para encontrar la motivación para hacer algo, todo se te interpondrá en el camino. Un nuevo programa de televisión, las tareas de casa o las notificaciones de las redes sociales. Activa el modo «No molestar» de tu teléfono para tener espacio para comenzar y trabajar en lo que quieres.
Descubre cómo evitar la procrastinación para terminar las tareas pendientes gracias a estos 8 sencillos pasos.
No lo dejes todo para mañana y comienza hoy. Ponte una fecha límite realista y crea unos horarios que te permitan ver cuánto tiempo puedes dedicarle al proyecto en los próximos días, semanas y meses.
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Has hecho un trato contigo mismo y también te puede ser de ayuda hablar con los demás de tus propósitos. Al igual que entregas los proyectos a tiempo, habla con un amigo o un familiar de cómo avanza tu progreso y cuéntales cuándo podrán ver el resultado final.
Como hemos comentado, la procrastinación tiene su origen en la gestión de las emociones. Identifica las emociones negativas que te impiden realizar determinadas tareas y trata de neutralizarlas. Técnicas de meditación como mindfulness o ejercicios de respiración contribuyen a la concentración y reducen los niveles de estrés.
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La sensación de realización cuando cumplas tu objetivo será la mayor recompensa de todas. Mientras tanto, cada vez que subas un escalón hacia tu objetivo, celébralo haciendo algo que te gusta.
Lo verdaderamente difícil es vencer el primer minuto de tarea. Si eres capaz de comenzar la actividad durante un minuto ya habrás superado lo más difícil. Y si lo mantienes durante 5 minutos más, habrás conseguido revertir los sentimientos que te impedían afrontarlo.
Busca el momento del día en el que seas más productivo. Siempre que sea posible, dedica ese tiempo a tu proyecto. Si lo conviertes en un hábito, te será más fácil evitar las distracciones.
¿Tienes 10 minutos libres antes de comenzar otra actividad? Aprovecha para terminar esas pequeñas tareas pendientes. En lugar de pensártelo, ¡actúa! Ponte manos a la obra y no le des muchas vueltas.
El compromiso por realizar una tarea podría ser más difícil de cumplir que la propia procrastinación. En ocasiones comunicar tu voluntad para llevar a cabo una actividad terminará por obligarte a completarla.
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