Gracias a Internet, el acceso a cantidades ingentes de información está a disposición de todos. Ya han quedado atrás las voluminosas enciclopedias, o los largos días en la biblioteca para acceder a fuentes y datos. Actualmente estamos a un solo clic de conocer todo lo que nos rodea. Sin embargo, esta sobrecarga informativa también esconde una cara negativa. El exceso de información que recibimos diariamente puede llegar a provocar inseguridad y perjudicar el resultado de nuestro trabajo. Descubre qué es la “infoxicación” y cuáles son sus síntomas.
La sobrecarga informativa es el fenómeno que sufren algunas personas cuando sienten que la información a la que están expuestas es superior a la que pueden asimilar. También es conocida por el término “infoxicación”, que es un neologismo en el que se combinan las palabras “información” e “intoxicación”. Este tiene su origen en el concepto “information overload”, acuñado en 1970 por el sociólogo Alvin Toffler. Antes de la popularización de Internet, la información era filtrada y contrastada por profesionales que, a su vez, la transmitían a la población. Sin embargo, a medida que aumenta la facilidad de acceso a la información, también lo hace el número de fuentes.
El problema no está realmente en el acceso a la información, sino en que basamos nuestras decisiones en la información que recibimos. Y si no hemos sido capaces de contrastarla, o directamente no es correcta, esto repercutirá en nuestro día a día. Además, la infoxicación o sobrecarga informativa también puede producir efectos psicológicos adversos como estrés y ansiedad.
Las principales consecuencias de la sobrecarga informativa son las siguientes:
Si bien individualmente no seremos capaces de frenar el exceso de información al que estamos expuestos, sí podemos evitar sus efectos. Antes de enfrentarte a una búsqueda por Internet, piensa que “menos es más”. Es mejor escoger una fuente fiable y ser capaz de interiorizar un artículo en profundidad que leer 5 en el menor tiempo posible y no ser capaz de extraer conclusiones claras.
La mejor forma de luchar contra la sobrecarga informativa es tener unos hábitos de consumo de información adecuados. De la misma forma que hay alimentos que nos encantan, pero sabemos que no son saludables, hay determinada información con la que ocurre lo mismo. Sabemos que nos mantiene entretenidos o alerta, pero no necesariamente nos está ayudando. O, por lo menos, no en abundancia. Así que no te preocupes si sientes que necesitas un respiro por el exceso de información. ¡Es normal! Trata de dosificar la información que consumes y que no te afecte en tu día a día.
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