Más allá del personal humano, hasta la fecha indispensable (toquemos madera), los equipos electrónicos e informáticos se han consolidado como el principal activo de la gran mayoría de las empresas, demostrándose como esenciales a la hora de realizar un trabajo determinado, de facilitarlo o de simplificarlo.
Y no hablamos únicamente de los ordenadores, sino de cualquier dispositivo que funcione por electricidad. Desde el generador que provee de luz a la oficina a una fotocopiadora; desde un robot industrial hasta un monitor de televisión.
Estamos rodeados de máquinas, y para los empresarios es casi tan importante cuidar de estas como de su personal. Por ello tiene todo el sentido la existencia de los seguros de empresa para equipos electrónicos e informáticos, para que las compañías puedan salir adelante con más facilidad en caso de que se produzca cualquier situación que dañe a sus equipos electrónicos, solventando más eficientemente los problemas que se le presenten por este motivo.
Este tipo de seguro está dirigido a los profesionales de cualquier sector en el que la tecnología electrónica tenga presencia: medicina, artes gráficas, imagen y sonido, telecomunicaciones… Prácticamente en cualquier campo profesional podría ser de utilidad un producto de este ramo.
¿Para qué sirve?
Pero vamos de lo genérico a lo puntual. ¿Qué es un seguro de equipos electrónicos e informáticos? Un seguro de daños patrimoniales que responde a las necesidades de cobertura de los equipos, instalaciones y aparatos electrónicos de un negocio que ya estén en funcionamiento. Un producto que se demuestra útil teniendo en cuenta la relativa fragilidad de muchos de estos dispositivos y el alto valor de algunos.
La cobertura de este seguro debe ser muy amplia con el fin de asegurar una respuesta ante la gran cantidad de supuestos que pueden dañar a los equipos.
En primer lugar, las acciones humanas. El material de una empresa puede ser dañado por este motivo, bien sea por impericia, por negligencia o a causa de un acto malintencionado por parte del personal de la compañía o incluso de sujetos ajenos a ella. Un seguro de equipos electrónicos también debe tener en cuenta la posibilidad de que se produzcan situaciones de robo o atraco, y las secuelas materiales que puede dejar cualquiera de estas acciones.
Los equipos electrónicos también pueden resultar defectuosos por culpa de errores en su creación, generando un perjuicio económico a las empresas a causa de su mal funcionamiento. Un seguro completo debe por ello ofrecer cobertura ante ese tipo de problemas, siempre y cuando haya expirado el correspondiente periodo de garantía del producto o productos averiados. Si los dispositivos defectuosos están en garantía, como es lógico, la marca fabricante es quien debe hacerse responsable de ello.
En un seguro de este ramo también pueden cubrirse los daños al material por obra del desgaste: bien a causa de un sobreesfuerzo de la maquinaria, por autocalentamiento, por la acción de la humedad, por la entrada de componentes extraños o por aflojamiento de las piezas. Y, por supuesto, entre las garantías de estos productos debe estar incluida la cobertura de los males provocados a causa de caídas, impactos o colisiones de los equipos.
Pero si hay un peligro frecuente para este tipo de instalaciones es el fuego amigo, el provocado por un fallo en el sistema eléctrico que puede producirse a causa de múltiples motivos: cortocircuitos, explosiones, sobretensión, falta de aislamiento…
Y, claro, hay que tener en cuenta los factores externos naturales: la caída de rayos, los incendios, el humo, los gases corrosivos… y los propios daños que puedan producirse a la hora de combatir sus efectos (extinción de fuegos, derribos, evacuaciones de personal y material…).
Coberturas complementarias
A grandes rasgos, ante esos daños nos debería proteger un buen seguro de equipos electrónicos. Pero… ¿qué garantías complementarias podría ofrecernos?
La respuesta es clara: un ramillete muy amplio de opciones. Por ejemplo, proteger no sólo nuestros equipos fijos, sino los móviles y portátiles, así como los portadores externos de datos; o hacerse cargo de los gastos adicionales en caso de que se produzca un siniestro (horas extraordinarias del personal, trabajo en días nocturnos o festivos, transportes urgentes, uso de instalaciones ajenas…).
Más allá de las ya citadas, el seguro protagonista de este post debe ser capaz de cubrirnos ante cualquier causa accidental que no haya sido incluida dentro de las exclusiones -valga la contradicción- de la póliza firmada. En definitiva, su cometido es ofrecer una protección completa para nuestro valioso y frágil material electrónico e informático. Nunca estará de más su contratación; más vale prevenir que curar, especialmente en el complicado mundo de la empresa.