¿Cuándo compensa contratar nuestro seguro de coche a terceros y cuándo a todo riesgo?
Nuestro camino en la vida viene marcado por causas ajenas a nosotros, como la fortuna o las acciones ajenas, pero hay otras causas que son única y exclusivamente responsabilidad nuestra, fruto de nuestra capacidad, esfuerzo y toma de decisión. La vida nos pone constantemente en la tesitura de elegir, decidir, actuar. Y no es una cuestión baladí, como defiende el prestigioso psicólogo y escritor venezolano Renny Yagosevsky, quien acuñó una frase clarificadora: Todo está en nuestras decisiones. El que elige bien, vive bien.
Vivir por lo tanto es elegir, desde cuestiones menores -qué película ver esta tarde- hasta importantes decisiones como el trabajo al que nos dedicamos, el modo de vida que llevamos o la persona con la que compartimos nuestro presente. Y no todas son tan claras como cebolla sí o cebolla no en la tortilla de patatas (por supuesto, siempre con cebolla). Algunas son más complejas y requieren de una importante reflexión, analizando las opciones y viendo los pros y los contras.
Es el caso, para las personas que tienen un coche en propiedad, de una importante decisión: ¿Lo aseguro a terceros o a todo riesgo? Desde aquí vamos a tratar de clarificaros un tanto el panorama.
Vamos a ello, ¿debemos asegurar nuestro vehículo particular a terceros o a todo riesgo? Depende; hay mil factores que entran en juego y cada persona tendrá sus circunstancias, y por eso es importante analizar los pros y contras de cada uno de estos caminos y a quienes les puede interesar tomar uno u otro.
Resumimos básicamente en qué consiste uno y otro producto. En líneas generales el seguro a terceros cubre únicamente los daños que se provoquen a terceros perjudicados, integrando la responsabilidad civil y generalmente ofreciendo un servicio de defensa jurídica y reclamación de daños; el seguro a todo riesgo, además, incluye otro tipo de garantías cuya cobertura puede llegar a amparar casi cualquier eventualidad. Huelga decir que es más completo… y más caro, por supuesto.
La tercera vía es el seguro a terceros ampliado. Nuestra compañía de confianza nos dará la posibilidad de aumentar las coberturas del seguro a terceros incorporando garantías adicionales a la póliza básica. Algunas amplían la responsabilidad civil (cobertura de los daños al vehículo estando éste en reposo o fuera de la circulación, arrastre de remolques y caravanas, insolvencia de terceros, adelanto de indemnizaciones, incremento en el límite de dinero por siniestralidad…), otras brindan un servicio más completo de defensa jurídica y reclamación de daños y otras ofrecen cobertura en múltiples condiciones: rotura de lunas, asistencia en viaje, robo, incendio, pérdida total, daños al coche por colisión con animales… Y un sinfín de garantías más. Deberemos tener bien claro de cuáles de estas coberturas precisamos y valorar que si necesitamos muchas de ellas igual nos compense más contratar un producto a todo riesgo, que incluye todas estas garantías citadas anteriormente, que uno a terceros sobreampliado.
El valor venal y la antigüedad
Hay un concepto esencial a la hora de decidir entre uno y otro producto: el valor venal, que es el valor de venta que tiene un vehículo justo antes de que se produzca un siniestro. En los dos primeros años, en los que el coche pasa de nuevo a semi-nuevo, se mantiene en un alto porcentaje, pero a partir del tercer año suele reducirse sustancialmente. Este concepto no suele ser muy relevante en caso de sufrir un pequeño percance, pero resulta crucial si del accidente sufrido por el vehículo resulta un “siniestro total” y por la tanto la pérdida del vehículo, en ese caso la aseguradora sólo indemnizará al cliente por el valor venal del coche.
La antigüedad del auto, por lo tanto, es un factor esencial a la hora de asegurarlo de uno u otro modo, pues determina esencialmente la circunstancia de un “siniestro total”. Si este es nuevo o semi-nuevo tal vez convenga suscribir un seguro a todo riesgo; en los años posteriores, quizás lo más recomendable sea contratar uno a terceros ampliado; y cuando el coche ya ha cumplido una edad importante, en torno a los cinco años, lo más lógico es protegerlo por un seguro a terceros más básico.
Otros factores
Pero esta no es una ley inamovible, pues muchísimos factores más entran en juego a la hora de tomar una decisión. Uno de ellos es, por supuesto, el precio, realizando numerosas consideraciones. Por ejemplo, cuánto se obtendría vendiendo el coche en comparación con el coste de la prima a todo riesgo, pues si su valor fuera similar parece claro que convendría contratar el seguro básico; o si sería posible sustituir el coche accidentado por uno de las mismas características con la indemnización que nos ofrecería la aseguradora…
También entran en juego otras cuestiones, que resultan de suma importancia a la hora de tomar esta decisión. Por ejemplo, la frecuencia con la que utilicemos el coche, pues no se corre el mismo riesgo conduciendo todos los días que sólo de vez en cuando; nuestra experiencia y habilidad al volante, que son dos grandes bazas a la hora de otorgarnos seguridad y minimizar la posibilidad de accidente; el estado de las carreteras por las que nos movemos habitualmente, su peligrosidad y la densidad del tráfico; si el coche duerme en un garaje, donde se conserva mejor y se desgasta y deprecia menos, o lo hace en la calle, donde además está más expuesto a actos vandálicos; el valor emocional más allá del económico que le otorguemos al coche… y por último y no menos importante ese intangible que llamamos sensación personal, ese criterio propio mezcla de emoción, intuición y razón fruto de tantos ingredientes que hemos metido en la coctelera. Siguiendo esa corazonada es más fácil que tomemos una decisión satisfactoria.