Siempre a la sombra del seguro de hogar, del que va de la mano, el seguro de comunidades es un producto necesario en toda agrupación vecinal que se precie. Hoy vamos a romper una lanza en su favor, explicando en qué situaciones resulta de gran valor y cuáles son las principales garantías que ofrece. Veamos para qué sirve.
Para grupos o particulares
En primer lugar hay que reseñar que este tipo de seguros pueden ser contratados no sólo por comunidades de propietarios, como su propio nombre indica, sino también por propietarios individuales para hacer frente a los riesgos a los que se exponga un edificio de su propiedad. Y no sólo un edificio de viviendas, sino otro tipo de instalaciones que pertenezcan al bloque, como puede ser un garaje. También se admiten otros espacios, como los locales comerciales y las oficinas.
Un seguro de comunidades debe ofrecer una serie de garantías básicas para el edificio, especialmente ante situaciones de daños provocadas por fenómenos meteorológicos (lluvia, viento, pedrisco, nieve, goteras, filtraciones, inundaciones, caída de rayos), por explosiones o por incendios. También tiene que hacerse cargo de los desperfectos causados por derrame de líquidos que no sean agua, por impactos desde el exterior o por una causa eléctrica como un cortocircuito o una sobrecarga.
Este tipo de productos pueden contemplar también la posibilidad de dar respuesta ante los desperfectos provocados por obras cercanas al edificio, bien se hayan realizado por otros particulares en edificios colindantes o sean obras públicas que afecten a las calles adyacentes o al subsuelo. El seguro puede hacerse cargo incluso de los honorarios de la dirección técnica si es necesario realizar trabajos de reconstrucción.
Por supuesto, este seguro ofrece garantías para las zonas comunes, desde la reparación de averías como los gastos de fontanería tras un escape de agua hasta la reconstrucción o reposición de elementos que integran el espacio comunitario -cristales, espejos, placas solares…- a causa de una rotura, incluso en el caso de que se hayan producido daños por vandalismo. El seguro también debe aportar una solución ante situaciones como robo, tanto del continente como del contenido, o malversación de fondos comunitarios.
Un seguro de este ámbito también cuenta con una serie de garantías relativas a los daños consecuenciales. Se ocupa de gastos diversos provocados por las tareas de demolición, desembarre, salvamento, intervención de bomberos y hasta reposición de documentos de carácter público si esta operación se realiza a causa de un siniestro que contemple la póliza. También podría ofrecer una solución a casos de inhabitabilidad temporal, cuando el hogar o el local siniestrado resulten inhabitables. ¿De qué manera? Por ejemplo, cubriendo el alquiler de una vivienda o local de similares características al afectado o haciéndose cargo de los gastos de alojamiento en un hotel cercano, por ejemplo.
Este producto asegurador también tiene entre sus principales funciones la restauración estética del continente de la comunidad, haciéndose cargo de los gastos con el fin de que todo quede como antes de que se produjeran los daños.
Garantías adicionales
Por si les parece poco con esta protección a la que nos hemos referido, añadiremos para acabar el post que un producto multirriesgo de comunidades puede ofrecer a su cliente varias garantías adicionales con el fin de proteger más -si cabe- las zonas comunes.
Además de ampliar la cobertura de daños con otras garantías como la de infidelidad de empleados, el seguro puede ocuparse también de un espacio muy habitual en numerosas comunidades de vecinos, el jardín, haciéndose cargo del dinero que deba emplearse en su reconstrucción o en la reposición del césped, los árboles y plantas dañados. Un multirriesgo completo también se hace cargo de los daños por avería de la maquinaria fija que se haya asegurado, como puede ser un ascensor.
Por otro lado un seguro de comunidad completo ofrece al cliente opciones como la posibilidad de contratar garantías que cubran daños sobre elementos privativos, espacios delimitados (como trasteros, plazas de garaje, antenas o buzones) que sirven a un solo propietario aunque se encuentren localizados en lugares comunes.
Por último debemos referirnos a varias garantías habituales en muchos productos aseguradores: la responsabilidad civil, que se encargaría si fuera el caso de numerosas indemnizaciones: el pago a terceros que el asegurado deba realizar a consecuencia de RC extracontractual de la propiedad común, las acciones de los cargos de la junta de gobierno de la comunidad, los daños sufridos por empleados, los escapes de agua en conducciones comunes o privadas… ; la defensa jurídica, que ofrece asesoría, responde ante reclamaciones de terceros o se encarga de efectuarlas, asiste a la hora de realizar contratos de servicios y de compra de bienes muebles o adelanta gastos que se hayan reclamado judicialmente; la asistencia para la comunidad, incluyendo servicios de fontanería, cristalería, cerrajería o vigilancia; e incluso el control de plagas.