Hoy vamos a acercarnos a uno de esos términos del ecosistema asegurador que pasa algo desapercibido entre otros más populares -prima, coberturas, póliza- pero resulta de crucial importancia y está presente en múltiples productos de casi todos los ramos. Es como ese vecino silencioso que paga el alquiler y no da problemas pero nadie sabe qué hace ni cómo se llama, como ese colega tímido del grupo de amigos que parece que no está pero sin embargo está.
Hablamos de la franquicia, un concepto del que la mayoría tiene una cierta idea pero tal vez no de una manera certera, precisa y completa. ¿Qué es? ¿Para qué sirve? ¿Cuál es su razón de ser? ¿Qué tipos de franquicia existen? Son preguntas a las que arrojaremos luz en este artículo, con el fin de que vuestra idea se amplíe y precise. ¿Nos acompañáis?
¿Qué es la franquicia de un seguro?
La franquicia de un seguro es la cantidad económica que paga un asegurado por disfrutar de la aplicación de una determinada cobertura o servicio, cantidad que generalmente supone una parte del total del coste pues la otra corre a cargo de la aseguradora. Habitualmente viene descontada del importe que se reembolsa al cliente por parte de su compañía de seguros; es, de alguna manera, un sistema de copago entre ambas partes.
¿Cómo funciona?
La franquicia existe en casi todos los tipos de seguros -auto, hogar, comunidades, empresa, responsabilidad civil, salud, viaje- y, por tanto, se aplica en situaciones tan diversas como el pago de la reparación de los daños a un vehículo tras un siniestro de coche, el coste de una compleja intervención quirúrgica o los gastos de socorro y rescate de una persona perdida en la montaña.
Como vemos este concepto es una figura todoterreno, o mejor dicho todoseguro. Sin embargo eso no implica ni mucho menos su obligatoriedad, pues habitualmente la oferta de las compañías a sus clientes incluye seguros con y sin franquicia y cada persona es quien tiene la última palabra contratar uno u otro.
Tipos de franquicia
Podemos distinguir tres tipos de franquicia en base a su funcionamiento y ejecución. Son estos:
Franquicia fija
Establece una cantidad mínima que el cliente debe pagar al disponer de una determinada cobertura. Si el precio del servicio no supera esa cantidad, el coste íntegro corre a cargo del asegurado; en el caso de lo rebase, el resto del gasto deberá desembolsarlo la aseguradora. Imaginemos, por ejemplo, que se ha establecido una franquicia de 300 euros por el concepto de daños al coche del cliente y que este sufre un daño cuya reparación asciende a 500. En ese caso debería abonar 300, mientras que los otros 200 los pagaría la compañía de seguros. Si el coste de la reparación fuera, por ejemplo, de 150, los tendría que pagar íntegramente la persona asegurada, al no llegar esta cantidad al límite fijado.
Hay dos clases de seguros dentro de este tipo: los de franquicia absoluta, de los que ya hemos puesto un ejemplo; y los de franquicia relativa, que no dan derecho a reembolso si el daño del siniestro es inferior a la cifra que se haya pactado, pero sí ofrecen una indemnización completa a cargo de la aseguradora si el coste es superior.
Lo comprenderéis mejor con un ejemplo. Supongamos que se ha establecido una franquicia de 250 euros; si el daño sufrido o el servicio disponible tiene un valor igual o menor a esta cantidad, el asegurado tendrá que pagar todo su coste; si su valor es superior (300, 400…) la compañía de seguros será quien abone todo el dinero.
Franquicia proporcional
Ambas partes, compañía y cliente, se reparten el coste del servicio en función de los porcentajes que se hayan estipulado en el contrato. De nuevo, un caso práctico para entenderlo mejor: si se ha establecido una franquicia del 20%, en el supuesto de que haya que realizarse un pago el asegurado se hará cargo de ese porcentaje del mismo y la aseguradora del 80% restante.
Franquicia temporal
Habitual en numerosas pólizas de salud, en este caso la diferencia la marca el tiempo y no la cantidad de dinero. La compañía de seguros se hace cargo de los costes propios de una garantía a partir de una fecha, pero antes de ese día el cliente deberá ser quien pague en caso de que pretenda disponer de los beneficios de esa cobertura. Dicho de otra manera: una franquicia temporal es un periodo de carencia de los de toda la vida.
¿Por qué se aplica?
Ya hemos visto en qué consiste y cuáles son sus clases, pero todavía le quedará una duda al lector: ¿Cuál es su razón de ser? ¿Por qué se aplica? Principalmente para reducir el coste de gestión por parte de las aseguradoras, pues a menudo este resulta elevado para hacerse cargo de las garantías de menor coste y la operación no les sería rentable. De esta manera las compañías de seguros se ahorran la gestión y el pago de numerosos siniestros de escasa cuantía, lo que se traslada al precio resultando más económico para el asegurado.
Desde la perspectiva del cliente, los seguros con franquicia resultan mucho más económicos, pues invitan al asegurado a solicitar cobertura sólo cuando sea estrictamente necesario y esto hace que descienda la frecuencia con la que reclaman daños relativamente poco importantes.