Por desgracia, la mayoría de las ramas de negocio se han visto seriamente perjudicadas a causa del terremoto social, económico y organizativo desatado por culpa del covid-19, que ha dañado enormemente nuestro ecosistema económico. Sin embargo, pese a ello ciertos sectores continúan funcionando, ofreciendo servicios y generando negocio de una manera bastante sólida, como es el caso del transporte de mercancías. Un sector esencial de nuestra economía, que mueve mucho dinero y provee de un servicio necesario a millones de clientes, desde los particulares hasta las grandes empresas.
El transporte de mercancías no puede ni debe frenarse, nunca mejor dicho, pero su solidez y utilidad no le privan de cierta vulnerabilidad, la que le da estar expuesto a una gran cantidad de riesgos e inconvenientes que hay que tener en cuenta. Por ello, al igual que otros sectores tampoco puede separarse de su escudo protector, el de la cobertura que ofrecen los seguros del ramo.
Dentro de los productos destinados a proteger este ámbito profesional existen dos grandes tipos, los seguros de daños para propietarios, clientes o transportistas y los de responsabilidad civil para estos últimos. Como cada uno de ellos da mucho de sí, aprovecharemos las siguientes líneas para contaros en qué consiste el primero de estos seguros y cuáles son las coberturas que ofrece a sus clientes.
¿Cómo funciona el seguro de daños para transportes terrestres de mercancias?
Metemos primera explicándoos, a grandes rasgos, en qué consiste un producto de daños para propietarios o transportistas: es un seguro mediante el cual la compañía aseguradora se obliga a la reparación o al pago de las indemnizaciones que procedan de los daños materiales o incluso de la desaparición de las mercancías aseguradas por motivo de su transporte. Es decir, todo un seguro de vida tanto para los propietarios de las mismas como para los transportistas que las desplazan, según quien sea la persona (cliente o trabajador) que haya contratado el producto.
En este tipo de seguros resulta esencial conocer cuáles son y cuáles no los bienes asegurados, así que en la póliza deben aparecer claras cuáles son las inclusiones, es decir, los productos que la compañía de seguros protege, y las exclusiones en cuanto al material a asegurar.
Un buen producto de esta clase ampara muchas circunstancias, incluso en su cobertura básica: incendio, rayo o explosión; accidentes del medio de transporte fruto de caídas, colisiones con otros cuerpos fijos o móviles, vuelcos y descarrilamientos; lluvias y nieves fuertes, avalanchas y aludes, e incluso daños por oleaje en los desplazamientos terrestres; derrumbamiento y rotura de obras de arquitectura, como puentes o edificios; hundimiento de la carretera; o robo a mano armada. Es más, incluso puede hacerse cargo de los gastos de salvamento en las condiciones estipuladas por la póliza.
Esto en cuanto al seguro básico. Si nos referimos ya al ampliado, entre sus garantías es capaz de incluir las pérdidas y daños producidos a las mercancías tanto en las operaciones de carga y descarga como en las de estiba inadecuada, siempre que ambas acciones no hayan sido realizadas por el asegurado o sus trabajadores. También puede tener en cuenta los daños producidos durante el transporte por oxidación, mojaduras, manchas, moho y hasta vaho, y ampliar su cobertura a los supuestos de robo, tentativa de robo, hurto, extravío y falta de entrega. Yéndonos más allá un seguro ampliado podría cubrir otras circunstancias, como la diferencia de peso o volumen (merma) que sufran las mercancías durante su traslado, los derrames producidos y los daños por contaminación.
Si hablamos de los riesgos extraordinarios, infrecuentes pero posibles, un producto de daños para vehículos terrestres de mercancías puede ofrecer a su cliente coberturas ante fenómenos como terremotos, maremotos, inundaciones, erupciones volcánicas, ciclones o caída de cuerpos siderales y aerolitos. Vamos, prácticamente ante cualquier circunstancia, a excepción de las invasiones extraterrestres -circunstancia que, por increíble que parezca, también han tenido en cuenta otros seguros más extravagantes-.
Y todavía no hemos hablado de los seguros de daños a todo riesgo, que cubren prácticamente todos los imprevistos y situaciones, incluso el eventual tránsito de los bienes a bordo de embarcaciones marítimas, pasando por las averías de gravedad y la ampliación de los gastos de salvamento.
Más coberturas del seguro
Para finalizar, os diremos que por increíble que parezca un seguro de daños puede cubrir múltiples situaciones más allá de las ya comentadas: daños por variación de temperatura; gastos de remoción y destrucción de restos originados por un siniestro amparado en la póliza; daños por huelgas, guerras y actos terroristas.
Cogemos aire después de esta parrafada y dejamos respirar al lector, sabiendo que hemos cubierto nuestro cometido de dejar claro hasta qué punto es posible que ampare un seguro de esta clase a sus clientes, sean estos propietarios o transportistas.