Además de negocios que pueden dar importantes beneficios económicos, las empresas pueden convertirse en una fuente de riqueza, una manera de responder a las necesidades de la ciudadanía e incluso una oportunidad para cambiar el planeta. Pero ese panorama utópico que hemos dibujado se llena de sombras al aterrizar en la realidad: dirigir una empresa, ostentar un alto cargo en ella, etc. conlleva mucha responsabilidad.
Dirigir no es fácil, y más en sectores en los que se soportan altas dosis de presión y hay demasiado en juego. Y no hablamos sólo de dinero, que también, sino del bienestar de numerosas personas, de la propia empresa o ajenas; o de la responsabilidad que supone contribuir al cuidado del medio ambiente, el desarrollo de una determinada tecnología o la calidad de la alimentación. Todo ello mientras el negocio resulta rentable y todos nuestros trabajadores cobran su salario a final de mes.
Quien dirija una empresa u ostente un alto cargo debe conocer y asumir la gran responsabilidad que conlleva su puesto, soportar la gran presión a la que se expone y, por encima de todo, saber lidiar con los errores, con los suyos y con los de sus trabajadores. Porque los va a cometer, casi seguro. Y quizás alguno de ellos sea de vital importancia. Quien no se haya equivocado que tire la primera piedra.
Como de la utopía hemos pasado al catastrofismo, buscaremos equilibrar de nuevo la balanza. Ante la perspectiva de errores, problemas y conflictos que se le presenta en su camino los responsables de una empresa tienen en su mano contar con una red de seguridad que le ayude en las caídas, le asesore y le proteja ante situaciones conflictivas. ¿Cómo? Mediante la contratación de un seguro de asistencia jurídica para empresas.
¿Para qué sirve?
Este producto está dirigido esencialmente a la prestación de servicios de asistencia extrajudicial y a la cobertura de los gastos en los que pueda incurrir la persona o empresa asegurada a consecuencia de su intervención en un procedimiento judicial, administrativo o arbitral. El seguro actuará exclusivamente en respuesta a situaciones de conflicto causadas por la actividad empresarial o comercial que se haya establecido en la póliza o deriven directamente de ella.
Las coberturas de un seguro de asistencia jurídica empresarial deben, por lo tanto, encargarse de proteger de la mejor manera posible el negocio. Veamos cuáles son las principales de las que se hace cargo un seguro de este ramo.
Comenzamos por una fundamental, la garantía de asistencia jurídica, que se puede proporcionar telefónicamente aunque también puede realizarse de otras maneras como presencialmente u online, dependiendo del caso de que se trate. Gracias a ella un servicio de abogacía asesorará al cliente en el ámbito de su actividad –bien sea ésta comercial, mercantil o industrial- acerca de posibles litigios, sobre el alcance de los derechos que le asisten y respecto a la mejor forma de defenderlos.
La segunda gran garantía es la referente a las reclamaciones de daños, que comprende las que se realizan a un tercero tanto por vía amistosa como judicial. Gracias a esta cobertura el asegurado puede reclamar a quien considere la indemnización que corresponda por daños y perjuicios, se hayan causado voluntaria o involuntariamente; eso sí, siempre que estos se hayan producido en el ejercicio de su actividad.
Las reclamaciones pueden efectuarse por daños corporales; daños materiales al local que se haya designado en las condiciones particulares del contrato; daños materiales a los bienes muebles de la propiedad del cliente -mobiliario, maquinaria, equipos electrónicos o informáticos, útiles, mercancías, productos propios de la actividad laboral…-; perjuicios causados por la sustracción voluntaria (dolosa) de los bienes muebles o del dinero, contemplando también los casos de infidelidad de empleados; y perjuicios patrimoniales derivados de los daños, incluyendo la pérdida de beneficios.
El otro gran grupo de coberturas es el de reclamaciones por incumplimiento de contratos, que pueden ser de todo tipo: de arrendamiento de servicio -profesionales del sector al que se dedique la empresa, seguridad, limpieza, técnicos encargados de la reparación- , de suministro o sobre bienes muebles (compraventa, arrendamiento o depósito de útiles, equipos de informática y electrónica, maquinaria, productos relativos a la actividad asegurada, mercancías…).
Por último, entre las garantías de este producto está la defensa. Por supuesto la de la responsabilidad penal tanto de la empresa como de los empleados, pero también de la responsabilidad civil, de los derechos sobre el local del negocio o en contratos laborales. Este ramillete de coberturas también puede hacerse cargo de la defensa en asuntos administrativos o ante la inspección de trabajo si fuera el caso. O incluso en otros seguros.
El objetivo final es que la empresa cliente obtenga respuesta ante prácticamente cualquier situación adversa que se le presente, en los casos en los que haya sido causa o parte de esta y en las que sea la víctima. Un buen seguro de asistencia jurídica es una necesidad y una buena garantía para la dirección de la empresa.