La lactosa es un hidrato de carbono («azúcar») presente en la leche de vaca. Es un disacárido, y se denominan así a los carbohidratos compuestos de 2 azúcares simples, que en el caso de la lactosa son la glucosa y la galactosa.
Cualquier persona puede presentar a lo largo de su vida el cuadro clínico de intolerancia a la lactosa, de manera congénita o adquirida, debido a la falta de actividad de la lactasa (enzima que digiere la lactosa) en la mucosa intestinal.
Índice
¿Qué es la intolerancia a la lactosa y cuándo aparece?
Es la incapacidad del cuerpo para digerir la lactosa, el azúcar presente en la leche.
Se suele decir que la intolerancia a la lactosa puede ser un cuadro evolutivo, es decir, que con el paso del tiempo tenemos mayor tendencia a ir desarrollándolo.
Así, en los recién nacidos la incidencia es baja, en niños mayores va en aumento, y según algunas estadísticas, hasta un 40% de los adultos la sufren.
También puede aparecer de manera transitoria, sobre todo después de un episodio de gastroenteritis en niños, en los que se puede producir una afectación transitoria de la mucosa intestinal por la gastroenteritis. Esto provoca que no digiramos bien la lactosa por falta de lactasa en el «borde en cepillo» de la mucosa intestinal, hasta la completa recuperación de ésta.
Niveles o tipos de intolerancia a la lactosa
Otra característica típica de la intolerancia a la lactosa es que ésta es dosis-dependiente.
Esto quiere decir que no es un mecanismo alérgico, como el de las personas con alergia a frutos secos, en el que una ínfima cantidad puede desencadenar reacciones graves e incluso el fallecimiento por anafilaxia.
En la intolerancia a la lactosa lo que sucede es que nos sienta mal la lactosa, y depende de la dosis que ingiramos, ya que podemos mantener algo de lactasa en el intestino. Esto explicaría que a esas personas, cantidades bajas de lactosa, no le produzcan molestias, pero si ingiere una cantidad mayor sí aparezcan los síntomas.
Esta peculiaridad de la intolerancia a la lactosa es bien conocida por todos aquellos que padecen este trastorno.
Consulta también: Pruebas de alergia en niños, ¿cuándo y cómo realizarlas?
Síntomas de la intolerancia a la lactosa
El primer paso para detectar una intolerancia alimentaria es detectar sus síntomas. Pueden ser muy diferentes. ¿Padeces alguno? Descúbrelo:
- Dermatológicos: acné, dermatitis, purito, soriasis…
- Intestinales: diarrea, estreñimiento, gases, acidez, inflamación o reflujo
- Neurológicos: dolor de cabeza, migraña, vértigo o mareo.
- Psicológicos: ansiedad, depresión o fatiga.
- Respiratorios: asma, rinitis o cualquier otra dificultad respiratoria.
- Articulares: lesiones que no mejoran, inflamación o dolor articular.
En el caso de la intolerancia a la lactosa, los niños se puede producir diarrea, vómitos, rechazo del alimento debido a que «notan» que no les sienta bien, flatulencias, barriga hinchada, etc
En adultos, fundamentalmente se produce sensación de incomodidad, gases, deposiciones blandas…es el típico adulto que dice que la leche «no le sienta bien».
¿Cómo saber si un niño es intolerante a la lactosa?
El diagnóstico de certeza se puede realizar mediante el test del hidrógeno (H2) espirado. Consiste en una serie de mediciones del nivel de hidrógeno en el aire que exhalamos tras la ingestión de cantidades de lactosa protocolizadas.
Es una técnica complicada y de difícil realización en niños pequeños, por lo que no se suele hacer de rutina, ya que exige conseguir que el niño sople cuando se lo pedimos.
Por ello, el diagnóstico suele realizarse mediante la sospecha clínica. En aquellos casos en los que pensemos que puede existir una intolerancia a la lactosa, se realiza una dieta de exclusión de ésta (evitando completamente la leche, o administrando leches sin lactosa) durante un periodo de tiempo suficiente.
Si se observa una clara mejoría de los síntomas, se puede realizar una reintroducción de la lactosa, para ver cómo reaparecen éstos, lo que nos confirmaría que no toleramos la lactosa y debemos por tanto prescindir de ella.
Tratamiento de la intolerancia a la lactosa
En cuanto al tratamiento es sencillo, consiste en evitar la lactosa durante un tiempo suficiente. En los niños esto se puede hacer evitando los lácteos, o también administrando leche sin lactosa.
Como ya se ha comentado, la intolerancia a la lactosa puede ser transitoria después de haber sufrido una gastroenteritis.
En esos casos, si sospechamos que el cuadro pueda ser temporal, cuando el nene se haya recuperado y ya no tenga diarrea, podemos ensayar una reintroducción progresiva: consiste en mezclar leche sin lactosa con pequeñas cantidades de leche con lactosa, de manera progresiva (cada 2-3 días aumentar la cantidad de leche con lactosa y disminuir la cantidad de leche sin lactosa).
Podrán suceder 2 cosas: si el niño lo tolera perfectamente, se habrá recuperado la mucosa intestinal y habrá vuelto a producir lactasa, lo que nos permitirá digerir perfectamente la leche.
O también podría pasar que reaparezcan los síntomas, lo que nos indicará que el paciente tiene que seguir una leche sin lactosa. Curiosamente, aunque no toleren la lactosa, pueden en ocasiones tolerar el yogur (porque tiene menor contenido de lactosa, y porque además suele contener algo de lactasa, lo que permite la digestión de la lactosa presente en la leche), o pequeñas cantidades de queso, ya que la lactosa que contiene es poca.
Existen también presentaciones comerciales de lactasa en las farmacias, que permitirán que la persona en algún día concreto pueda comer alimentos con lactosa. Puede ser una solución en caso de determinadas celebraciones familiares u otros eventos etc.
¿Tienes alguna otra duda sobre la intolerancia a la lactosa en niños? Cuéntanosla en los comentarios y trataremos de orientarte con nuestro equipo de facultativos.
Mientras, suscríbete a nuestro blog para estar al día de los nuevos contenidos que preparamos para cuidar tu salud y la de los tuyos. Y si buscáis la mejor protección, consúltanos sobre nuestros seguros de salud personalizados para todo tipo de familias.