Tener una piel grasa por naturaleza puede incluso llegar a generar acné. Su causa reside en la superproducción de sebo que se puede ver influenciada por numerosos factores, entre los que se encuentran la genética, el estrés, los cambios hormonales y el uso de determinados productos de maquillaje.
Aquí tienes unos sencillos consejos que cualquiera puede llevar a cabo y que mantienen tu piel grasa a raya.
Índice
Comprueba siempre la composición de los productos
Cuando busques limpiadores faciales, comprueba su composición y asegúrate de elegir productos sin aceites y no comedogénicos, ya que es menos probable que este tipo de productos irriten la piel y obstruyan los poros. Intenta evitar productos con base de alcohol.
En su lugar, opta por un limpiador facial suave y úsalo todos los días por la mañana y por la noche.
Si tienes tendencia a desarrollar acné, los productos con ácido salicílico y peróxido de benzoilo pueden ser de ayuda.
No tengas miedo a hidratarte
Por miedo a que la piel parezca más grasa, puede ser tentador evitar las cremas hidratantes; sin embargo, una buena hidratante puede ser beneficiosa.
Procura comprar productos con base de agua y no oleosos que también contengan FPS.
Se ha demostrado que el aloe vera alivia e hidrata la piel de forma natural, así que elige productos que contengan al menos un 10% de aloe vera, ya que suelen ser más efectivos.
Diviértete con las mascarillas faciales
Las mascarillas faciales pueden ser muy útiles para calmar la piel grasa.
Las mascarillas de arcilla que contienen minerales, como las de arcilla bentonita o las de arcilla esméctica, pueden absorber los aceites y reducir los niveles de sebo sin causar irritación. Úsalas una o dos veces por semana y utiliza una crema hidratante siempre justo después de su uso.
Asimismo, se ha descubierto que las mascarillas que contienen miel sin procesar reducen el acné y la piel grasa gracias a sus propiedades antibacterianas.
Cada piel es única y tendrás que probar diferentes productos para averiguar cuál es el que te funciona.
Varios estudios sugieren que hay una relación entre los niveles de estrés y la piel grasa. Otros, por su parte, la relacionan con diversos alimentos como, por ejemplo, la leche.
Te recomendamos que escribas un diario para conocer de verdad tu piel y cómo reacciona a factores externos. De esta forma, podrás averiguar qué es lo que más se adapta a las necesidades de tu piel y, con el tiempo, elaborar una rutina del cuidado de la piel.
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